"Colmados: Oasis del Ciclista"

miércoles, 26 de marzo de 2008

En principio hizo Dios la bicicleta y vió que era buena; luego hizo Dios al ciclista y le dijo: "Montarás la bicicleta y la cuidarás como a tí mismo"; finalmente, hizo Dios el Colmado y la pegó de aire en el monstruo verde.
No sabemos si en otros países los bicicleteros de montaña disfrutan de esta modalidad de oasis que disponemos en la RD, pero como aquí fue que Dios hizo el mayor esfuerzo en su obra... tampoco sabemos cómo le llaman en otras latitudes a estos comercios milagrosos, pero lo que sí sabemos es que sin ellos la vida de un ciclista no tiene sentido y carece de motivación.
Dígame usted quién no ha contado pulgada a pulgada, en un recorrido bajo el candente sol quisqueyano, los metros que le faltan para llegar al reconocido y salvador colmado de la zona. Y es que su nombre mismo lo indica: "colmado". Colmado de gracia, colmado de agua, colmado de sombra, colmado de paz, colmado de descanso... colmado de Dios.
Allí uno llega hecho "calipso" y recomendado para "chancleta", y lo espera siempre nervioso(a) el dependiente que, al ver llegar la multitud de ciclistas inusual en su rutina, se apresta a tratar de atenderlos a todos al mismo tiempo, sin que ninguno se queje de su "buen servicio". Entonces los ciclistas inician la caterva de pedidos disímiles, que acaban por deteriorar aún más el sistema nervioso del diligente servidor(a): "¡Dame 2 botellitas de agua!", dice el primero que llega, para ripostar el segundo con un: "¡Viejo, ¿tienes Gatorade?!" (siempre hay uno que se excede en sus exigencias pidiendo un artículo de supermercado en un lugar adonde apenas llegan las funditas de agua); y de allí la retajila de pedidos: "¡Oye, otra botella de agua!, ¡Dame una Malta!, ¿Tienes masitas?, ¡Apéame 2 panes!, ¡Devuélmeme que nos vamos!"...
Al final, el dueño del establecimiento no sabe si quedar agradecido por la fabulosa venta lograda, u odiar los días en que los ciclistas usan su zona para un recorrido, pues tiene que pasarse el resto del día pasando inventario para confirmar si el del Gatorade lo engañó o no, cuando le pagó las 2 funditas de agua.
No nos imaginamos la vida sin ellos; no hay ruta que no los tenga ni ciclista que no los necesite. Son el jonrón del pelotero, el donqueo del basquetbolista, el hoyo en uno del golfista, el visado de un emigrante... eso y más son...

¡Los colmados de la ruta!

7 comentarios:

Francisco Izquierdo dijo...

Excelente Articulo, Amigo Insaciable Espinal, deberias sacarle mas provecho a tan excelente don de la escritura...Felicidades!!!

Ese articulo no tiene desperdicios, creo que ni un Ciclista Elite podria negar que a vivido esa experiencia y si es asi que tire la primera piedra!!!

Anónimo dijo...

Solo le falto el "ciclista' fresco que se pone a enamorar a la dona del colmadero, pensando que es la hija.

Excelente Espinal. Eres un verdadero Insaciable....

Rpoueriet

Anónimo dijo...

Ofrescome, pero que articulo...
Espinal: Tu no tienes problemas economicos, verdad?

Porque un ciclista endeudao no le da el caco para un texto tan bien redactado como ese......

Te Felicito, ahi demuestras que no solo eres Mountainbiker...

O. Cuesta

Anónimo dijo...

Yooooooooooooooooooooooooooo,nooooooooooooooooo. jajaja si es verdad lo que nuestro amigo Espinal describe en el articulo.

Pero na somos dominicanos , a qui se ve todo a un que no exista en otro sitio.

don ciclista.

Dominicano soy.....

Anónimo dijo...

El articulo recoge el sentimiento de todos. sugiero lo copiemos para compartir nuestro parecer con los colmaderos de las rutas.

Carlos Brea dijo...

Gracias a Dios por los colmados, tremendo artículo, digno de un insaciable,pero que tintero tan realista, veridico y jocoso a la vez, deberías reproducir más obras como esas.

Ricardo J. Lomba G. dijo...

La semántica y la fonética, dos amigos que cuando se unen, hacen maravillas.